— Por un mejor futuro

e-waste

No hay más que pensar en los ordenadores personales y, sobre todo, teléfonos móviles que hemos utilizado en los últimos años para percatarnos de la gran cantidad de residuos tecnológicos que se están generando en la actualidad. Ya sea por la obsolescencia programada o por las necesidades o deseos de cada usuario, lo cierto es que la basura electrónica no hace más que crecer en todo el mundo, un hecho que conlleva grandes riesgos para el medioambiente y para la salud de las personas. Esta situación también afecta a las empresas, que cada cierto tiempo deben acometer la renovación de sus parques tecnológicos y el consiguiente proceso de reciclaje de los equipos que ya no sirven.

 

Necesidad de reciclaje de RAEE

La importancia de reciclar los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) es capital porque su capacidad de contaminación es muy elevada debido a los metales pesados que incluyen. Elementos como el cadmio, el bromo, el mercurio, el cromo o el plomo resultan especialmente nocivos para el agua y para el aire; por no hablar de las enfermedades que pueden provocar en el cuerpo humano si éste sufre una intoxicación. Por lo tanto, no es descabellado asegurar que su reciclaje, teniendo en cuenta el aumento constante de estos residuos, es una cuestión de suma importancia.

 

Demasiados residuos descontrolados

Según las cifras que aporta un informe realizado por la Plataforma para Acelerar la Economía Circular (PACE) y la Coalición de Residuos Electrónicos de las Naciones Unidas en enero de este año, en todo el planeta se crean unos 50 millones de toneladas de residuos electrónicos y eléctricos (a los que llaman e-waste) anualmente y las previsiones se sitúan en que en 2050 se alcanzarán los 120 millones de toneladas. Este mismo informe apunta que el valor de esa “basura” es de más de 62.000 millones de dólares, o lo que es lo mismo, una cifra mayor al PIB de muchísimos países.

 

Tales números no serían alarmantes si el reciclaje de los residuos fuera el adecuado. Sin embargo, menos del 20% de esos desechos se reciclan formalmente. El porcentaje restante se divide en lo que se arroja a vertederos, se recicla de modo informal o acaba en países menos desarrollados tecnológicamente, donde sus ciudadanos terminarán expuestos a los metales antes nombrados.

 

Normativas para el reciclaje

Esta situación ha llevado a las organizaciones supranacionales y a los gobiernos nacionales a tomar medidas para el correcto reciclaje de tales residuos. Esas medidas afectan a todo el mundo, pero con especial hincapié a las empresas, que han de adoptar planes de reciclaje de RAEE para cumplir con normativas como la europea, la cual se ha marcado el objetivo de aumentar un 65% la reutilización y el reciclaje antes del año 2035.

 

Asimismo, en muchos países existen multas para quienes no cumplen con una correcta gestión de sus residuos electrónicos. Para lograr un reciclaje correcto, la clave pasa por llevar los residuos a los lugares adecuados donde se tratarán del modo más conveniente. Sin embargo, esa no es la única opción para evitar el crecimiento de la basura tecnológica, ya que muchas organizaciones ecologistas apuntan otras prácticas como reducir el consumo de tecnología –es decir, no cambiar de dispositivos hasta que sea realmente necesario– y fomentar la opción de arreglar antes que comprar.                                                              

Estadísticas

Legislación

Los Estados Unidos de América no cuentan con legislación nacional sobre la gestión de los residuos electrónicos, aunque 25 estados y el Distrito de Columbia han promulgado algún tipo de legislación al respecto. Las leyes estatales varían en su alcance y efecto, y en cuanto a si prohíben o no a los consumidores deshacerse de los productos electrónicos en vertederos. En total, las leyes cubren el 75-80% de la población de Estados Unidos.

 

Con todo, debido a las diferencias en el ámbito de aplicación, en muchas zonas del país, incluidos estados con legislación al respecto, no se ofrecen oportunidades adecuadas de recogida de residuos. Aparte de California y Utah, todos los estados que aplican leyes utilizan el planteamiento de responsabilidad ampliada del productor. El Canadá no tiene una legislación nacional en vigor sobre la gestión de los residuos electrónicos, ya que el Gobierno federal no tiene la facultad de legislar a ese respecto. Con todo, 12 provincias y territorios aplican reglamentos mediante programas gestionados por la industria (todos menos Nunavut, el territorio menos poblado del país). En promedio, el número de productos sobre los que se aplican las medidas es mucho mayor que en los Estados Unidos; en muchas provincias canadienses, los requisitos de responsabilidad ampliada del productor pueden cumplirse siguiendo un plan sobre residuos electrónicos.

 

 

 

Autores: Vanessa Forti, Cornelis Peter Baldé, Ruediger Kuehr, Garam Bel Colaboradores: S. Adrian, M. Brune Drisse, Y. Cheng, L. Devia, O. Deubzer, F. Goldizen, J. Gorman, S. Herat, S. Honda, G. Iattoni, W. Jingwei, L. Jinhui, D.S. Khetriwal, J. Linnell, F. Magalini, I.C. Nnororm, P. Onianwa, D. Ott, A. Ramola, U. Silva, R. Stillhart, D. Tillekeratne, V. Van Straalen, M. Wagner, T. Yamamoto, X. Ze

Observatorio mundial de los residuos electrónicos 2020​

Cantidades, flujos y potencial de la economía circular

Autores: Vanessa Forti, Cornelis Peter Baldé, Ruediger Kuehr, Garam Bel Colaboradores: S. Adrian, M. Brune Drisse, Y. Cheng, L. Devia, O. Deubzer, F. Goldizen, J. Gorman, S. Herat, S. Honda, G. Iattoni, W. Jingwei, L. Jinhui, D.S. Khetriwal, J. Linnell, F. Magalini, I.C. Nnororm, P. Onianwa, D. Ott, A. Ramola, U. Silva, R. Stillhart, D. Tillekeratne, V. Van Straalen, M. Wagner, T. Yamamoto, X. Zeng​

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